17 de maio: O día das letras galegas (La infinita riqueza del idioma gallego, por Lucía Taboada)

En este día tan especial para todos los gallegos, ¡queremos felicitar a toda Galicia!

 

Compartimos con todos vosotros un artículo  escrito por Lucía Taboada que se publicó en www.revistagq.com hace un tiempo. Disfrutadlo 🙂

 

“Si queréis conocer Galicia y la lingua galega, leed a Carlos Casares, que recorría por la tarde los montes con un libro en la mano. Y él decía que no le importaba que le tomasen por “tolo” (vamos, por loco). En sus columnas pasaba toda la vida gallega. Y leed a Álvaro Cunqueiro, cuyos artículos son una mezcla de cotidianidad y realismo mágico. Y descifrad las ilustraciones de Castelao, sus retratos de marineros y campesinos. Y leed a Xosé Neira Vilas, que suyo es el primer libro que leímos muchos gallegos, ‘A Marela Tarabela’. Y claro, leed a Rosalía de Castro. Pocos como ellos han hecho sonar la cuerda del alma gallega.

De la lingua galega hay muchísimas cosas que merecen la pena ser contadas y conocidas. Se conoce universalmente el “riquiño“, pero no se conoce que lo contrario, tener mal genio, es “ser un rabudo”. Y tampoco se conoce en el resto del país que insultamos como nadie: “lambecricas“, “cacholán“, “langrán“, “folgazán“, “lacazán“, “preguiceiro“, “pailaroco“, “chaíñas” y así ad infinitum. De la lingua galega se conoce la “morriña“, ese sentimiento provocado por la lejanía, de nostalgia por alguien o algo ausente, que también puede ser “saudade“. Pero no se conoce que las lágrimas que muchas veces provoca la omnipresente morriña son “bágoas“. Se conoce el “carallo“, que viene siendo como el carajo, pero que es muchísimo más que eso. El “carallo” es el MacGyver de las palabras, su polisemia es inabarcable.

 

De la lingua galega se conoce que tenemos cientos de palabras para describir la lluvia, nuestro tópico más universal. Pero se escapan palabras tan hermosas como “luscofusco”, que es ese momento en el que el sol se pone en el horizonte. O que los rayos que en Galicia son “lóstregos”. Hace años, cuando caían con fuerza, se quemaba “loureiro” y se invocaba a Santa Bárbara en las casas. Y al final el cielo abría, porque siempre termina abriendo, especialmente las nieblas matutinas, conocidas en Galicia como “brétemas“, pero también como “cegoña“, “fuscallo“, “néboa“, “neboeira” o “neboeiro“. Y cuando abre de noche, con el cielo despejado, miramos el reflejo de la luna llamado “luar“. Y si hay viento lanzamos por el aire un “papaventos“. Que sí, es una cometa.

 

De la cultura galega se conoce “la vergüenza del gallego”, que es eso tan horroroso de dejar el último bocado en el plato. Se conocen nuestras fiestas, en las que se come y bebe como si no hubiese mañana pero sí Omeprazol, pero se desconoce que aquí les llamamos “foliadas“, y también “esmorgas“, “pándegas“, “rexoubas“, “ruadas“, “troulas” y “xoldas“, “algueiradas” o “caralladas“. Y nada de lo que se sirve en ellas está “reseso“, que significa rancio. Especialmente el pan. No nos toquéis el pan.

De la cultura galega se conocen las meigas, pero se desconoce que el “meigallo” es la magia, y “ameigar“, que es embrujar, hechizar, encantar. Y en esos montes de la Santa Compaña, la procesión de almas que recorren los caminos por las noches, hay mucha vida. Están las mariquitas, que se llaman “xoaniñas“, y la polillas, que son “avelaíñas“. Y claro está, las mariposas, que son “bolboretas“. Decidme que estas palabras no tienen un meigallo do carallo.

 

De la cultura galega se conoce la “retranca“, la mezcla sana e imprescindible de ironía y sarcasmo, pero se desconoce que las bromas son “brincadeiras“. Y cuando la risa viene de las cosquillas, es que te están haciendo “cóxegas“. Luego están las expresiones, que son infinitas y que podría reproducir, pero “no daría hecho” (no daría abasto). Universalmente conocido es el “malo será”, pero se desconocen otras tantas coletillas como “andar aos biosbardos“, “estar nas patacas” o “estar nas verzas“, que es estar en la parra. O “chegar e encher”, que es algo así como conseguir el resultado esperado en muy poco tiempo.

Se preguntó un día el escritor Torrente Ballester : “¿Hay algo más natural que un pueblo hable con normalidad su propia lengua? Que la pierda debería considerarse como causa de vergüenza colectiva”. Así es. Que no se pierda, que se hable, que se lea y que se conozca su inmensa riqueza en el resto de España. Así que sirva este humilde texto para esto último. Y ya está, marcho que teño que marchar. Porque un gallego cuando se marcha, se marcha de verdad.”